La morosidad es algo que desgraciadamente está muy instaurado en nuestra sociedad. Esto se puede deber a una falta de planificación, a falta de fondos con los que hacer frente, falta de interés en solventar la deuda, etc. Lo cierto es que la tasa de morosidad hace un gran daño a las entidades financieras y crediticias que asumen estos riesgos en pro de sus clientes. En este artículo hablaremos de todo lo que engloba esta problemática.

Índice de contenidos del artículo:

¿Qué es la morosidad?

El concepto de “morosidad” se corresponde con la persona física o jurídica, que no asume en el tiempo estipulado el cumplimiento en sus obligaciones de pago, o su impuntualidad o retraso a la hora de hacer frente a esa deuda estipulada. En España según ha determinado el ámbito bancario se considera moroso a alguien que ha acumulado más de tres recibos sin pagar.

Una vez que se traspasa ese límite, la persona entra a formar parte de unos ficheros automatizados que ayudarán en un futuro a la toma de decisiones a bancos, financieras o cualquier tipo de empresa que tenga como fin conceder créditos. Estos ficheros pertenecen a estas empresas y podrán ser consultados por ellas cuando un cliente precise de ayuda financiera o cualquier tipo de otra operación económica que implique un alto riesgo de pérdidas. Su misión es meramente informativa.

Esto acarreará aspectos muy negativos a la persona cuyos datos formen parte de esos ficheros. Cuando necesite la aceptación de un pago a plazos por parte de los bancos, solicitar créditos o aplazamientos, esto se le dará por denegado. Incluso también supondrá un grave problema cuando precise solicitar servicios de empresas de telefonía.

Para que esto se cumpla, ambas partes deben tener una serie de documentos legales que reconozcan que el deudor está obligado a responder con los pagos estipulados. Estos pueden ser: contratos de tarjetas de créditos, de servicios de telefonía, de créditos, escrituras de hipotecas, cheques, pagarés impagados, etc. En el caso de que no exista esta documentación, la deuda se dará como inexistente en el aspecto legal. Y por tanto no se podrá actuar contra la persona deudora.

¿Qué es la tasa de morosidad?

La tasa de morosidad históricamente es una de las claves que ayudan a los profesionales en la materia a seguir una crisis económica. Se entiende tasa de morosidad como el cociente resultante entre riesgos dudosos (créditos impagados) y riesgos totales (total de créditos concedidos).

Existen varias tipologías para analizar una tasa de morosidad. Esto dependerá de los riesgos sobre los que queramos hablar. Algunos ejemplos de ello son la tasa de morosidad del crédito, morosidad de balance o tasa de morosidad total. Esto supone tener que determinar cuál se va a estudiar, para que los datos se puedan interpretar correctamente.

Tasa de morosidad y tipos de riesgos

Encontramos cuatro situaciones distintas relacionadas con las operaciones financieras:

  1. Riesgo normal. Se corresponde con las operaciones financieras en las que se tenga una evidencia que se pueda verificar y que suponga una probabilidad muy alta o total de que la cantidad prestada será devuelta sin ningún tipo de problema en los plazos estipulados.
  2. Riesgo dudoso. Identificamos este tipo de riesgo con aquellas operaciones en las que el pago conlleva un retraso por encima de los 90 días.
  3. Riesgo fallido. Es aquel en cuyas operaciones se entiende que la recuperación de lo invertido va a ser un tanto dudosa o incierta. Por este motivo se efectúa una baja del activo.
  4. Riesgo subestándar. Este riesgo lo encontramos en un tipo de operaciones en el que no se puede considerar como incierto. Aunque muestra bastante debilidades que podrían suponer un peligro la recuperación de lo invertido. En este caso el banco o la financiera deberá asumir unas pérdidas mayores que la protección que reciben ante estas situaciones.

A la hora de ofrecer cualquier ayuda financiera a clientes para hacer frente a imprevistos o necesidades, las entidades financieras tienen que hacer frente a un riesgo muy alto. Es por ello que en caso de no recibir los pagos correspondientes por la otra parte, hace que la morosidad tenga un efecto muy negativo en el seno de estas empresas. Esto se debe a que tiene que ir solventando todas estas incidencias de crédito, y puede perjudicar a su devenir.

Prevenir el aumento de la tasa de morosidad

Para que las empresas y entidades emisoras de créditos financieros puedan controlar que la tasa de morosidad no suba entre sus clientes, y esto les perjudique lo menos posible, hay una serie de medidas que se pueden aplicar:  

  • Documentación de todas las operaciones. Como ya se comentó más arriba, hay que tener la documentación correspondiente a cada operación. Esto se debe a que sin justificantes que den fe de una deuda o transacción, no se podrá llevar a cabo ningún tipo de reclamación.  Una factura no será suficiente, si no va con un albarán de entrega firmado por el cliente. En el caso de no haber uno, servirá una copia de esa factura donde se exprese precio, cantidad, condiciones de pago, etc.
  • Poner límite a las operaciones. Cada cliente tendrá un número determinado de operaciones que le serán concedidas. Con esto se intenta evitar riesgos. Esto lo delimitará la solvencia con la que se ha hecho frente a anteriores deudas y el importe solicitado.
  • Siempre hay que comprobar los datos. Cuando se vaya a cerrar una transacción de importancia con un nuevo cliente, siempre se deberá consultar sus datos.  Además de para conocer el estado en el que se encuentra con respecto a sus deudas. También confirmará que los datos que da son los correctos.
  • Concretar condiciones de pago. Dejar bien estipulado desde el momento de cerrar una operación de envergadura las condiciones de pago, tanto precio como forma y plazo para liquidar el crédito. Se recomienda el uso de documentos como los pagarés o las letras de cambio, al ofrecer una mayor seguridad.
  • Firma de un contrato. Toda operación de estas características deberá ser oficializado a través de un contrato. Es una especie de garantía que se podrá usar como justificante en caso de incumplimiento. Además en él deben constar todas las condiciones previamente consensuadas (cantidad a pagar, plazos, penalizaciones, intereses, etc.)
  • Realizar correctamente el pagaré. Para tener la certeza de que todo lo que se ha establecido se desarrollará como está estipulado, debe quedar constancia de que quien va a hacer frente a los pagos es quien dice ser. Hay que tener en cuenta fecha de vencimiento y lugar en el que se hará el pago.

Tipología de morosos

Para intentar asegurar que la tasa de morosidad no ascienda, también hay una serie de perfiles de clientes que puede ayudar en el proceso de acometer una concesión de crédito y/o a la hora de efectuar reclamos sobre esos pagos pendientes. Aunque esto es meramente orientativo, no hay una regla exacta que asegure la recuperación de la inversión en este aspecto. Al ser distintos perfiles, en cada ocasión se deberá establecer una estrategia diferente dependiendo del caso. Si se ha producido la deuda, se deberá llevar a cabo un análisis previo adecuado a las circunstancias y al incidente crediticio. Este seguimiento ha permitido crear varias tipologías de morosos:

  • Morosos intencionales. Son aquellas personas que a pesar de tener capacidad para hacer frente a los pagos, no tienen ningún interés en hacerlo. Aprovechándose así de las empresas y compañías que le otorgaron el fraccionamiento. A su vez esta categoría se puede dividir en dos subgrupos:

– Los que nunca terminan por cancelar sus pagos. Es por ello que las sociedades a las que les deben dinero tienen que utilizar unas estrategias más contundentes. 

– Los que finalmente dan por pagadas sus deudas. Aunque lleguen a tardar mucho más tiempo del deseado y/o estipulado. 

  • Morosos desorganizados. En este grupo podemos encontrar a todos aquellos que tienen intención de realizar los pagos, pero que no saben exactamente las deudas que tienen a cargo. La voluntad de querer cancelar este déficit, choca con el desconocimiento de su situación real.
  • Morosos fortuitos. A esta categoría pertenecen todos aquellos que sí muestran intención de hacer frente a los pagos, pero no pueden por falta de liquidez. Ante esta situación de interés del deudor, las empresas intentan ayudar a éste a que pueda saldar sus pagos. Un ejemplo es establecer una mayor amplitud entre cobro y cobro. Al tenerse la certeza de la recuperación de la inversión.
  • Morosos circunstanciales. En esta tipología los deudores no pueden hacer frente a los pagos. No por falta de intención, sino por estar inmersos en algún tipo de litigio. En cuanto se solventa el problema que impide la cancelación de la deuda, encuentran soluciones para llevarlo a cabo.
  • Morosos negligentes. En este grupo los morosos no tienen un control de las deudas que llevan acumuladas, ni de las letras, ni las cantidades para pagar. Aquí la voluntad de no pagar se une a esta incapacidad de no haber realizado una gestión adecuada de los problemas financieros. Además no muestran ningún tipo de interés en encontrar soluciones.

¿Cómo garantizar el cobro de una deuda?

Cuando una entidad crediticia se encuentra en situación de cerrar un acuerdo con un cliente, deberá tener un plan B en caso de que éste no responda con sus pagos. Para impedir que la tasa de morosidad sea un impedimento para el correcto desarrollo de la actividades de estas sociedades, hay que adelantarse a ello. Esto no es otra cosa que determinar quién debe responder ante la deuda del consumidor. De esta manera no se pierde esta transacción y además se asegura el cobro. Lo más utilizado en estas circunstancias es:

  • Aval. Se suele establecer esta figura cuando se sospecha que el cliente no tiene las herramientas suficientes para responder o porque anteriormente ha faltado a su palabra. Esto supone que una persona física o jurídica se compromete a cancelar la deuda contraída por él.  Se suele utilizar con bastante frecuencia en créditos bancarios.
  • Solidarización de la deuda. Este método compromete a los administradores de una sociedad a responder con sus propios bienes. Lo hacen de manera solidaria asumiendo la deuda total contraída con el acreedor. En este documento no debe constar ninguna limitación a la cantidad para abonar. Tampoco al tiempo en el que se tiene que cancelar el pago. También tiene que quedar especificada la renuncia a beneficios de división, orden y exclusión.
  • Factoring. Está orientado a pequeñas y medianas empresas. En este caso se firma un contrato por el que la entidad que tiene que hacer frente a un pago en poco tiempo lo traspasa a una empresa de factoring o banco. Esta primera deuda se cancela adelantando ese pago. Y luego es la primera la que tiene que determinar cómo va a responder a este trato.
  • Seguro de crédito. Es parecida a la opción del aval, solo que en esta ocasión es una empresa aseguradora quien asume responder ante el impago de su cliente.

¿Cómo responder ante el impago?

En el caso de que el cliente no asuma su responsabilidad crediticia y no haga frente a los pagos estipulados, se podrán tomar distintas vías por parte de las entidades para reclamar la deuda. Estamos ante una problemática bastante extendida en nuestra sociedad. Y a la que es importante enfrentarse atajándolo desde el primer momento. A la tasa de morosidad no le beneficia dejar correr el tiempo esperando a que el deudor decida actuar por su cuenta. Tampoco es beneficioso no establecer una partida presupuestaria para interponer recursos. Existen 2 vías de actuación:

  1. Vía amistosa. Es la más recomendada, y un 95% de casos lo atestiguan. La intermediación de un abogado con el envío de un burofax, tiene un éxito entre un 40% y 50%. Esto se da cuando el deudor comprende la importancia y la gravedad del asunto, y quiere zanjarlo pronto.
  2. La ley. Pero hay ocasiones en el que lo anterior no es suficiente. Por lo que las medidas tienen que ser más contundentes. Aunque la ley actual tiene algunas deficiencias, es la mejor forma de combatir la morosidad. Dentro de este apartado existen otros tantos caminos para reclamar el cobro. Todo variará según las gravedad del caso. Existen los procesos menores, en lo que se llega a un juicio cambiario. Siempre y cuando hay unos pagarés, cheques o letras de cambio. A través de un juicio rápido se pueden reclamar los bienes del deudor. Otra opción es recurrir por la vía judicial, aunque cada vez más las empresas intentan no ir por este camino. Este se debe al alto precio que cuestan estos litigios.

Existen otras opciones para poder reclamar el pago de facturas. Por este motivo recomendamos que se consulte con profesionales en la materia. Además de proporcionar un trato más personalizado.

Gestión de los ficheros de morosidad

Al comienzo del artículo hablábamos sobre qué pasaba cuando se incumplía el pago de un número determinado de plazos. Trataremos en este apartado la información que se almacena en los ficheros de morosos y su función. En España esto está regulado por el artículo 29.2 de la ley Orgánica de Protección de Datos, y cuyo nombre oficial es Fichero de cumplimiento o incumplimiento de obligaciones dinerarias. En esta normativa también se indica que la persona incluida en estos documentos deberá tener tal notificación. Además tiene derecho a expresar su derecho de acceso, cancelación, oposición y rectificación. En algunos casos esto puede servir como medida disuasoria a posibles impagos.

¿Cómo lo utilizan las empresas?

Cuando un cliente acude a una entidad concesión de créditos para solicitar una ayuda financiera, ésta investiga al interesado para evitar problemas de futuros impagos. Existen tres formas de conocer el expediente de una persona en este aspecto.

  • Registros públicos. Se trata de la primera vía de investigación que se estudia. Los más habituales suelen ser el Registro Mercantil y el de la Propiedad. En el caso de las empresas se puede revisar toda la información sobre su origen y vida. Cuándo se registró, cuándo empezó a funcionar, dónde se sitúa su domicilio social, quién es su administrador, sus socios, si ha tenido trayectoria de impagos, si es o no solvente, etc. Hay que ser cautos y consultar si la información que aparece en ese registro está actualizada. A veces las modificaciones tardan en aparecer.
  • Ficheros de morosos. En España uno de los más importantes listados de solvencia patrimonial es el Registro de Aceptaciones Impagadas (RAI). En él puede consultarse la información recogida por entidades financieras y acreedores. Aparecen los nombres de todas aquellas personas que tengan deudas abiertas con ellos. En el RAI la información se corresponde con cuantías impagadas de igual o más de 300 euros. Esto sería solo para particulares, siendo el Asnef Industrial el correspondiente a empresas o personas físicas.
  • Informes comerciales. El fin de estos documentos es dar una mayor visibilidad. Así las empresas crediticias tienen el máximo de información posible sobre un cliente determinado. Y esto ayudará a la toma de decisiones en las que hay un riesgo importante.

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